Los símbolos para la milicia son como las plantas para el jardinero, y la leyenda de “Todo por la Patria” en el frontispicio de nuestras casas-cuarteles es símbolo que proyecta un juramento y una advertencia. Un juramento porque todos los guardias civiles juramos derramar en defensa de nuestra Patria y del orden constitucional hasta la última gota de nuestra sangre. Y una advertencia para todo aquel miserable que trate de ejecutar o ejecute cualquier acción (u omisión) que ataque a la Patria o al orden constitucional establecido, pues estos deben saber que si quieren conseguir sus deleznables fines deberán, primero, acabar con todos y cada uno de los hombres y mujeres que vestimos el más honroso uniforme que jamás se pudiera vestir.
De este modo, el despreciar un tradicional símbolo militar procediendo a retirar una “leyenda”, en nada afectará a quienes seguimos pensando que llegado el momento daremos todo por la Patria, absolutamente todo, aunque ningún letrero, a la entrada de nuestras casas-cuarteles, nos lo recuerde; pero eso sí, a lo peor algunos olvidan, si no se los recuerda con un letrero, hasta dónde están dispuestos a llegar los hombres y mujeres que convirtieron su vida en milicia, que –como dijo D. Pedro Calderón de la Barca- “no es más que una religión de hombres honrados”.
Se debe ser lánguido y tibio en el amor a la Patria –con el amplio significado que ésta debe tener- cuando no se quiere que se exteriorice con cuatro palabras lo que un puñado de hombres y mujeres estarían dispuestos a dar por Ella.