Estamos viviendo momentos duros, aciagos, dolorosos, tristes y porque no decirlo, en ciertos momentos, con angustia.

Nos encontramos en una dura crisis, en una guerra, si, en una guerra contra un enemigo invisible, virológico, que ataca sin piedad a los más débiles y en ocasiones a los sanos, y como tal, somos el primer muro de contención, para que nuestros hermanos de la sanidad tengan que lidiar con el menor número de enfermos posibles.

Hemos respondido sin dudar a la llamada de nuestros compatriotas, en el momento que el pánico y el desasosiego se apodera de nuestra nación, no por la obligación, sino, por la responsabilidad de saber que portamos este uniforme, el cual, tanto orgullo y prestigio ha traído a nuestro país.-

Como en tantas otras ocasiones, miles de hombres y mujeres aparcan todos estos sentimientos en el momento que nos enfundamos el uniforme, un uniforme que, gracias a los sacrificios de nuestros compañeros en épocas pasadas, no representa un trozo de ropaje, representa un emblema, un signo, un alo esperanzador y tranquilizador para la población civil, en el cual, los ciudadanos sean del color que sean, y cuando lo necesitan, se apoyan sin dudar en el, viéndolo como una esperanza. Una esperanza que transmite esa tranquilidad, que día tras día, necesitan para sobrellevar este confinamiento y este  miedo, con  la certeza,  de que gracias al color verde esperanza,  y a la gente que lo viste, se solucione la parte que nos compete en esta situación, pensando, que como en tantas otras ocasiones, nosotros volvamos a  impulsar que todo vuelva a la normalidad.

Deseamos volver a nuestra vida cuotidiana, para que la gente vuelva a sonreír, y a disfrutar de esto que ahora nos damos cuenta que hemos aparcado, que no es ni mas ni menos, que,  una vida feliz, normal y mundana, en compañía de nuestros seres queridos.

Soportamos ese peso, que con gusto y ganas decidimos sobrellevar en nuestras espaldas cada día, un peso que para todos los demás es un abismo, un agujero negro, un ocaso continuo, el cual, nosotros lo apreciamos como un túnel, vislumbrando una luz, intentando avanzar hacia ella sin importar nada mas que el bien común y colectivo, y, sin pensar en las consecuencias personales de recorrer ese camino.

Nos levantamos día tras día, sabiendo que es un orgullo, y, que cuando llegue el momento de superar esta situación, en parte, habrá sido por nuestra tenacidad, capacidad, lealtad y sacrificio, hacia las personas que un día decidimos jurar y proteger.

La Guardia Civil, para muchos de nosotros no es un trabajo, es una forma de vida, la cual defendemos con uñas y dientes, y, en nuestras espaldas recae en este momento, la capacidad de ser vehementes con el ciudadano, soportar sus sornas, sus gracias, y,  en algunos casos,  sus desprecios, así como, también recibir el cariño que la inmensa mayoría nos profesa.

Decirle a este grupo minoritario, que no hay mayor orgullo que soportar esas actitudes beligerantes que se dan en ciertas ocasiones hacia nosotros, las cuales, definen claramente lo que somos, lo que soportamos y lo que representamos, porque, si para que exista un desahogo para el ciudadano, debemos llevar ese peso, que no duden ni tan solo un segundo que lo soportaremos sin vacilar.

Debemos ser consecuentes con nuestros actos, unos actos que el día de mañana, cuando todo esto pase, porque pasará, demostrará lo que realmente si funciona, y, afianzará aún más lo que representamos, que no es ni mas ni menos, que la tranquilidad, la imparcialidad  y la seguridad de  una larga esperanza de vida de toda una nación, una vida que viviremos con el recuerdo de nuestros hermanos y compatriotas que perdieron sus vidas en esta guerra, una guerra, que ninguno de nosotros arengó, pero que tuvimos que lidiar con ella, para acabar, como no es posible de otra manera, victoriosos, habiendo demostrado la contundencia y determinación con la que la combatimos.

Como no, reiterar que para nosotros es  un orgullo, un orgullo  portar el uniforme que es considerado benemérito por el espíritu de sacrificio que representa, la lealtad y el honor que caracteriza a los que lo portan. Un espíritu contagioso, que reafirma el compañerismo y el hermanamiento entre todos nosotros, y, que ensalza unos valores que existen en muy pocos colectivos, los cuales son ejemplo, día tras día, con la intención de reflejarlo a nuestra sociedad,  por eso, además de la satisfacción del deber cumplido, ahora mas que nunca, yo soy guardia civil.

 

 

Asociación Profesional de Cabos.-